Eclesiastés 7:10 Nunca preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor. No es de sabios hacer tales preguntas. Una vez escribí y todavía creo, que “Lo único bueno acerca de los viejos tiempos es que ya no están,” especialmente cuando los viejos tiempos es lo único en que la persona piensa. Las personas pueden llegar a quedarse atrapadas en el pasado y ya no tratan de vivir en el presente.
Es más fácil liderar con los recuerdos placenteros y alegres porque a veces estos recuerdos nos animan a creer en un futuro de optimismo. Buenos recuerdos tienen esperanza y nos inspira a realizar que las cosas pueden mejorarse. Cuando hay injusticias se convierte en un camino más difícil para muchas personas lidiar y manejar esos horrendos recuerdos que vienen a todo color. El tormento implacable de estos recuerdos dolorosos mantiene a las personas de no seguir adelante desde ese preciso momento en lo malo que fueron tratados. Continuamente recordando los viejos dolidos y repasando los acontecimientos que crearon esa disfunción en su vida presente, tendrá un control anual en su mente y no habrá lugar de paz para encontrar.
La dificultad de no ser reconciliados con el dolor en nuestro pasado puede llegar a ser abrumador para algunas personas y una tormenta sin final para otras. Ahora nos damos cuenta como esos recuerdos de los niños de Primera Nación aquí en Canadá quienes fueron forzados para asistir escuelas residenciales, todavía sienten las repercusiones que sufrieron. Estos niños ahora son ancianos quienes todavía están dolidos y afectados. Los efectos que tienen estas personas en su cultura tienen que ser reconciliadas o el dolor continuará siendo maldecido por generaciones. La brutalidad y la vergüenza con que se dejaba practicar poner en uso sobre estos niños en ese tiempo, fueron inhumanos y crueles. Aún así, se les esperaba de esta gente de vivir en una vida inspirada y que funcionaran normalmente media vez regresaran a sus hogares. Como no ser inadaptados en su situación en funcionar como si nada cuando tenían tantas preguntas sin respuestas siendo tratados como una sociedad de carga a quienes era necesario deshacerse.
La angustia que fue sufrida entre sus almas y su espíritu para cualquiera que tuviera esos recuerdos de haber sido brutalizados, se les hace difícil incluso creer que hay curación para cosas mejores. Sanar en el espíritu es tan necesario como sanar en el alma. Éx. 6:9 Moisés les dio a conocer esto a los israelitas, pero por su desánimo y las penurias de su esclavitud ellos no le hicieron caso. Recuerdos depresivos y dolorosos mantendrá a muchos revolcándose en recuerdos hirientes mientras los mantiene estancados en seguir adelante. No tenemos otra cosa, que escoger en reconciliarnos con nuestro dolor del pasado porque sino enfrentamos ese dolor con el poder sanador de Dios, esa sombra obscura negativamente controlará nuestros pensamientos, causando repetir ese rendimiento a la siguiente generación.
Romper esta esclavitud se necesitará la luz de Dios que puede penetrar cualquier obscuridad y desgarrar esa tiniebla que ha envuelto nuestro corazón y mente. De todas maneras, tenemos que querer esa sanidad de todo corazón. El fuego de justicia de Dios quema todo, incluso las injusticias que hemos sufrido durante nuestra vida. Yo, por mi parte, he tenido que perdonar los eventos que pase en mi infancia, para poder vivir una vida sana y significativa hoy día. Tuve que perdonar la brutalidad y el abuso que mi padre dispensaba en mi madre, en mis hermanos y en mí. He escrito extensivamente en este asunto sobre la incapacidad de mi padre de no poder amar, nutrir y proteger a su familia. No podemos regresar a componer las cosas del pasado en el punto donde la tortura tomó lugar, pero con la gracia del perdón de Dios podemos llegar a ser sanos desde el momento que escogemos perdonar. Mateo 6:14 »Porque, si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial.
La dificultad de no ser reconciliados con el dolor en nuestro pasado puede llegar a ser abrumador para algunas personas y una tormenta sin final para otras. Ahora nos damos cuenta como esos recuerdos de los niños de Primera Nación aquí en Canadá quienes fueron forzados para asistir escuelas residenciales, todavía sienten las repercusiones que sufrieron. Estos niños ahora son ancianos quienes todavía están dolidos y afectados. Los efectos que tienen estas personas en su cultura tienen que ser reconciliadas o el dolor continuará siendo maldecido por generaciones. La brutalidad y la vergüenza con que se dejaba practicar poner en uso sobre estos niños en ese tiempo, fueron inhumanos y crueles. Aún así, se les esperaba de esta gente de vivir en una vida inspirada y que funcionaran normalmente media vez regresaran a sus hogares. Como no ser inadaptados en su situación en funcionar como si nada cuando tenían tantas preguntas sin respuestas siendo tratados como una sociedad de carga a quienes era necesario deshacerse.
La angustia que fue sufrida entre sus almas y su espíritu para cualquiera que tuviera esos recuerdos de haber sido brutalizados, se les hace difícil incluso creer que hay curación para cosas mejores. Sanar en el espíritu es tan necesario como sanar en el alma. Éx. 6:9 Moisés les dio a conocer esto a los israelitas, pero por su desánimo y las penurias de su esclavitud ellos no le hicieron caso. Recuerdos depresivos y dolorosos mantendrá a muchos revolcándose en recuerdos hirientes mientras los mantiene estancados en seguir adelante. No tenemos otra cosa, que escoger en reconciliarnos con nuestro dolor del pasado porque sino enfrentamos ese dolor con el poder sanador de Dios, esa sombra obscura negativamente controlará nuestros pensamientos, causando repetir ese rendimiento a la siguiente generación.
Romper esta esclavitud se necesitará la luz de Dios que puede penetrar cualquier obscuridad y desgarrar esa tiniebla que ha envuelto nuestro corazón y mente. De todas maneras, tenemos que querer esa sanidad de todo corazón. El fuego de justicia de Dios quema todo, incluso las injusticias que hemos sufrido durante nuestra vida. Yo, por mi parte, he tenido que perdonar los eventos que pase en mi infancia, para poder vivir una vida sana y significativa hoy día. Tuve que perdonar la brutalidad y el abuso que mi padre dispensaba en mi madre, en mis hermanos y en mí. He escrito extensivamente en este asunto sobre la incapacidad de mi padre de no poder amar, nutrir y proteger a su familia. No podemos regresar a componer las cosas del pasado en el punto donde la tortura tomó lugar, pero con la gracia del perdón de Dios podemos llegar a ser sanos desde el momento que escogemos perdonar. Mateo 6:14 »Porque, si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial.
El problema para muchos quienes escogen continuar con la compañía de la sombra que oscurece el presente día, es que reescribe escenarios en su mente y terminan en un labor de retazos de recuerdos seleccionados que distorsiona los eventos que en realidad tomaron lugar. Los hijos de Israel fueron liberados por Dios pero en sus corazones, ellos todavía eran esclavos de su pasado. Núm. 11:5 ¡Cómo echamos de menos el pescado que comíamos gratis en Egipto! ¡También comíamos pepinos y melones, y puerros, cebollas y ajos! 6 Pero ahora, tenemos reseca la garganta; ¡y no vemos nada que no sea este maná!» El maná era pan de sanidad que El Señor proveía cada día para la curación colectiva de una nación. Claro, era una provisión diaria, pero recordando cada mañana que se recogía el maná demostraba que Dios su proveedor podía cumplir con cualquier necesidad para vivir satisfecho. De todas manera, así como hoy, si no aceptamos la curación de Dios y caminamos entre su redentor plan de salud con sinceridad en el corazón el resultado puede resultar como a los hijos de Israel - una insípida idea de existencia.
Nosotros escogemos. Pueda que nademos y bañemos en el amor ungido de Dios y su afectuosa presencia que eventualmente nos sana todas la heridas y dolor. O, podemos ahogarnos en las aguas infecciosas de dolorosos recuerdos que se mueven en las pesadillas viniendo desde muy dentro listas a llevarnos a un infierno de soledad. La Salvación de Dios es un precioso regalo como para ignorarlo desde nuestros dolorosos recuerdos del pasado. Si entregamos un dolor tras otro y otro hasta ser sanados con el bálsamo del sacrificio de Cristo quien nos sana y nos completa. Hay suficientes personas en este mundo viviendo en tinieblas de enfermedades que se vuelven más oscuras mientras los días pasan. Nosotros quienes estamos en Cristo podemos vivir en la luz senadora de Dios. Éx. 15:26b Yo soy el Señor, que les devuelve la salud». Lo único que tenemos que hacer es desearlo. En el nombre de Jesús. Señor, ayúdanos a clamar tu nombre para la gracia que necesitamos para escoger vivir. ¡Amén!
Nosotros escogemos. Pueda que nademos y bañemos en el amor ungido de Dios y su afectuosa presencia que eventualmente nos sana todas la heridas y dolor. O, podemos ahogarnos en las aguas infecciosas de dolorosos recuerdos que se mueven en las pesadillas viniendo desde muy dentro listas a llevarnos a un infierno de soledad. La Salvación de Dios es un precioso regalo como para ignorarlo desde nuestros dolorosos recuerdos del pasado. Si entregamos un dolor tras otro y otro hasta ser sanados con el bálsamo del sacrificio de Cristo quien nos sana y nos completa. Hay suficientes personas en este mundo viviendo en tinieblas de enfermedades que se vuelven más oscuras mientras los días pasan. Nosotros quienes estamos en Cristo podemos vivir en la luz senadora de Dios. Éx. 15:26b Yo soy el Señor, que les devuelve la salud». Lo único que tenemos que hacer es desearlo. En el nombre de Jesús. Señor, ayúdanos a clamar tu nombre para la gracia que necesitamos para escoger vivir. ¡Amén!